lunes, 8 de marzo de 2010

Sonic Youth: Teenage Riot….la vieja ola, a propósito de chicos buenos del rock y otras reseñas nauseabundas


Sonic Youth - Teenage riot

Rab | Video de MySpace




Finales de los 80s neoyorquinos con su repulsión por Reagan, la esperanza de cambio representado en la elección del afroamericano D.Dinkins para la alcaldía de la capital del mundo (cuando el mundo tenía capital, ahora usurpada por los invisibles electrones de la red), el asombro y perplejidad ante el inicio de la “reestructuración” rusa, una necesidad imperiosa de salir del marasmo del fordismo tardío. Todo estaba dado para nuevos sonidos, ahora no es el “Hate Pink Floyd” de Sex Pistols, no, es el “Rape me” de Nirvana, el desencanto con una cultura atiborrada de elementos incómodos, graciosos, innecesarios: “Everybody's talking 'bout the stormy weather…And what's a man do to but work out whether it's true? Looking for a man with a focus and a temper… Who can open up a map and see between one and two”. Propio de esa inesperada realidad política y cultural del fin del corto siglo XX, una extraña mezcla de activismo político con desencanto y escepticismo se apoderó de la vanguardia del rock subterráneo…un escepticismo lúgubre.

Teenage Riot recoge el espíritu del des-satín de la época, mientras en Seattle se encargan de configurar letras y sonidos que reflejen el sin sentido adolescente toda vez que rescatan el papel de la diversión desenfrenada como refugio ante la ausencia de esperanza, de líderes y de futuro, “nos criaron para el trabajo, yo solo quiero follar, beber y tal vez pegarme un tiro” podría decir algún peli hongo fanático de Alice in Chains; en San Francisco y Nueva York ciudades no tan oscuras y letárgicas como la capital de Washington, se propuso un último chance de intentar algún cambio social, si no se logra, pues a beber, y, por qué no, a pegarse un tiro también. ¿Cómo puede el Estado, liberal o no, ejercer su poder y coerción frente a individuos que solo responden a estímulos estéticos, cuyo interés está centrado en dejar de ser productivo, no como contracultura de los 60s, sino impulsado por el deseo de inexistencia? Es el Behemoth bíblico, ese monstruo (o mostro, como deseen) que representa la división y la disputa, pero peor, ya no es el conflicto social sino el interno, el del espíritu que no admite intrusiones.

El Noise Rock, el No Wave, el Grunge y el Rock Alternativo llevan a la criatura en su seno. Se caracterizan por la huida de las armonías, de melodías limpias, claras, para trasegar por un sendero de ruidos, sonidos sucios, largos, voces disonantes, guitarras con papel protagónico en una obra teatral de Joseph Chaikin. El éxtasis de dejarse transportar por este noise rock, sonido sucio de guitarras distorsionadas, con feedbacks hilarantes me hace descaradamente feliz.

Teenage Riot es un llamado a la a-c-c-i-ó-n dentro de la i-n-a-c-c-i-ó-n, ese último intento “We're off the streets now…And back on the road…On the riot trail”, cómo bien lo demuestra su video: la banda en el fondo tocando enérgicamente mientras pasan imágenes de músicos icónicos, todos de importancia y trascendencia política, es un llamado a la memoria donde parecen decir: estamos aquí, recogemos la bandera de la lucha juvenil americana. Sus guitarras en crescendo en medio de las estrofas combinan con la propuesta estética de la diversión a costa de derrumbar edificios, de la mugre, del baile sin pasos, del más puro des-satín. Es una bofetada al Glam, al Disco, al consumo, al establecimiento.


Santiago

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