Sonic Youth - Teenage riot
Rab | Video de MySpace
Teenage Riot recoge el espíritu del des-satín de la época, mientras en Seattle se encargan de configurar letras y sonidos que reflejen el sin sentido adolescente toda vez que rescatan el papel de la diversión desenfrenada como refugio ante la ausencia de esperanza, de líderes y de futuro, “nos criaron para el trabajo, yo solo quiero follar, beber y tal vez pegarme un tiro” podría decir algún peli hongo fanático de Alice in Chains; en San Francisco y Nueva York ciudades no tan oscuras y letárgicas como la capital de Washington, se propuso un último chance de intentar algún cambio social, si no se logra, pues a beber, y, por qué no, a pegarse un tiro también. ¿Cómo puede el Estado, liberal o no, ejercer su poder y coerción frente a individuos que solo responden a estímulos estéticos, cuyo interés está centrado en dejar de ser productivo, no como contracultura de los 60s, sino impulsado por el deseo de inexistencia? Es el Behemoth bíblico, ese monstruo (o mostro, como deseen) que representa la división y la disputa, pero peor, ya no es el conflicto social sino el interno, el del espíritu que no admite intrusiones.
El Noise Rock, el No Wave, el Grunge y el Rock Alternativo llevan a la criatura en su seno. Se caracterizan por la huida de las armonías, de melodías limpias, claras, para trasegar por un sendero de ruidos, sonidos sucios, largos, voces disonantes, guitarras con papel protagónico en una obra teatral de Joseph Chaikin. El éxtasis de dejarse transportar por este noise rock, sonido sucio de guitarras distorsionadas, con feedbacks hilarantes me hace descaradamente feliz.
Teenage Riot es un llamado a la a-c-c-i-ó-n dentro de la i-n-a-c-c-i-ó-n, ese último intento “We're off the streets now…And back on the road…On the riot trail”, cómo bien lo demuestra su video: la banda en el fondo tocando enérgicamente mientras pasan imágenes de músicos icónicos, todos de importancia y trascendencia política, es un llamado a la memoria donde parecen decir: estamos aquí, recogemos la bandera de la lucha juvenil americana. Sus guitarras en crescendo en medio de las estrofas combinan con la propuesta estética de la diversión a costa de derrumbar edificios, de la mugre, del baile sin pasos, del más puro des-satín. Es una bofetada al Glam, al Disco, al consumo, al establecimiento.
Santiago
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