viernes, 16 de abril de 2010

The Smashing Pumpkins: Mayonaise...la vieja ola, a propósito de chicos buenos del rock y otras reseñas nauseabundas #2





En la última entrada de la vieja ola, olvidé referenciar el porqué de "los chicos buenos del rock", pues bien, hacía mención a un artículo de la revista Semana sobre el inminente concierto de Coldplay en nuestra paramuna capital: http://www.semana.com/noticias-gente/ninos-buenos-del-rock/135539.aspx , al cual le agrego este otro leído en el blog Descomprensión, para contextualizar http://descomprension.blogspot.com/2010/02/coldplay-no-tocamos-en-lugares-chicos.html


Hecha la fe de erratas, escribo sobre otra legendaria banda de la vieja ola, The Smashing Pumpkins. Y si, lo sé amigo lector, la conocida, reconocida y trillada banda de Chicago que identificó a toda mi generación, que produce repelencia al despertar recuerdos adolescentes de caídas en la patineta o patines Chicago y primeros amores colegiales guardados en cual caja de Pandora. Por fortuna, el tiempo permite ejercicios de distanciamiento involuntarios, más sanos, impolutos, no determinados por el hastío del exceso, lo cual facilita emitir juicios quizá más objetivos que los hechos en el 98 en plena confusión entre sí comprar original el álbum doble Mellon Collie and The Infinite Sadness o los tenis Emerica recién llegados. Lo anterior solo para que NO HUYAN al ver un artículo sobre Smashing, advierto que no sería ese mi caso, nunca dejé de oírlos.


Dentro de la experiencia alternativa propia de los 90s hay un sinfín de propuestas musicales que exponen la desidia y cansancio de la juventud estadounidense hastiada del paradigma de los dorados años cincuentas que logra pervivir en silencio en su cultura: posguerra, baby boom, crecimiento económico histórico por lo alto, desarrollo de suburbios y pequeñas comunidades donde ser la reina del baile y el capitán del equipo de football es el sueño de una masa subsumida en el consumo. La bola rueda y crece por el país hasta estrellarse con el edificio construido la década anterior por el glam y el rock de estadio, pero no lo derrumba, lo fusiona y reinterpreta.


Esto pasaba en el centro. En la periferia (y usemos pues categorías trasnochadas), fruto de la revolución de los medios y la información, por primera vez nos enterábamos en vivo y en directo de un fenómeno cultural extranjero, la música, el cine, las series televisivas y los fenómenos en la cultura de masas nos llegaban con un año de distancia, no con 15 como antes; claro está, sin comprenderlo, nos es imposible traducirlo, al contrario, veíamos el estilo de vida norteamericano, que precisamente se denuncia en estas letras que tarareábamos sin entender, como un espejismo lejano, hermoso, digno de imitación, envidiable como si el deseo pudiera transportar nuestro espíritu y estar, así sea mientras cerramos los ojos y oímos su música, en una sociedad de la abundancia. Dos lecturas diametralmente distintas, lo que ellos hacen como reproche, nosotros queremos hacerlo, sea como tacha o como halago, sea como sea.


Smashing Pumpkins aparece entonces como la banda protagonista de este sueño. La prueba reina es el video de la canción 1979 con los jóvenes que hacen travesuras en auto, roban, toman cerveza, con música a todo volumen y las hormonas a punto de derretir sus cerebros. Gamineria, pero no chatarra como el punk ochentero, ni chirreta como el punk medellinense. Una gamineria motivada solo por el hastío sin pretensión alguna de cambios sociales, tal vez estéticos, es otra expresión libertaria del espíritu: “me ensimismo, dicen que soy autista, que soy raro, que debo ser gay, que busco llamar la atención; jua, solo huyo, el mundo apesta y que pereza cambiarlo, no porque no lo merezca, ni lo sé, sigo huyendo, oigo smashing, cierro los ojos y fantaseo, monto un rato y a dormir para ir madrugadito al colegio, sin bañarme, tal vez tienen razón, soy raro…”


El álbum Siamese Dream los monta a la palestra, allí convergen sonidos rápidos y sucios como Cherub Rock, himno que describe a la perfección el ambiente de la época y lo que se viene incubando, con melodías profundas como Disarm. Pero una de ellas sobresale, o al menos, la versión acústica del video en el encabezado. La banda toca junta, cada uno a su instrumento (recordemos que en las grabaciones de estudio Corgan es quien graba casi todos los instrumentos), cada quien a lo suyo, con tambores en vez de batería, hermosa, en un verano londinense que combina con el ritmo medio tropical que le impregnan. Buen presagio de lo que estaba por venirse.

Iha y Corgan, a veces la demente Wretzky tras el indeseado asenso en el mainstream dan un giro a su composición, no se puede volver a la esencia, es muy pronto aun, siguen su creación toda vez que se alejan del grunge tras la muerte de Cobain. En 1995 paren el maravilloso Mellon Collie and the Infinite Sadness, obra maestra, de otro nivel, absolutamente superior. Este álbum fue la banda sonora de la mayoría de noviazgos del resto de la década, un ventanazo al alcoholismo de Iha, a los aun nacientes trastornos de Wrestzky, al desasociego de Chamberlin y a la profunda melancolía de Corgan inducidas por su laberinto sentimental con la poco célebre Courtney Love.


Se dan cuenta de que su objetivo principal está cumplido y se reinventan, se enfocan en propuestas con un significado político, tal vez mas adulto sin decir esto que en la adolescencia no hay dinámicas políticas que si las hay, claro, Su discografía es prolífica, sus experimentaciones son de culto, las letras monumentales. Logran construir a la perfección su proyecto narrativo. Los años maravillosos en música. Arendt lo advirtió al desnudar a los griegos: las palabras oportunas junto con un momento oportuno son la acción. Insisto, en el espíritu de la generación del desencanto, la generación X como la tituló la prensa norteamericana funcionalista en su afán de clasificar todo, la acción no puede estar mejor ilustrada que en el trabajo de los Smashing, un momento oportuno, un discurso oportuno.


Lo dice Corgan entre risas cínicas en el video: "Mother weep the years I'm missing… All our time can't be given… Back"....ahí estan los chicos buenos del rock....



Santiago Mejía I.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Me quedo con las recomendaciones.

SAludos,

VD

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